Cripta

En la Catedral, en un espacio reservado bajo el Altar Mayor, se muestra para su venerable contemplación y culto el santo sepulcro del Apóstol Santiago el Mayor, así como de sus discípulos Atanasio y Teodoro, siendo el lugar de más santidad de toda la Catedral para la Iglesia y los fieles.

Es importante distinguir esta cripta con la que se halla en la fachada occidental, ubicada bajo el conocido como el Pórtico de la Gloria. La cripta del apóstol está conformada por el mausoleo romano o antiguo edículo, donde fueron encontrados los restos de Santiago y sus discípulos en el siglo IX, más un pequeño espacio para la oración y el tránsito.

Primeras noticias sobre la cripta

Las primeras que se tienen datan del siglo XII en el Códice Calixtino, en el que se refiere que bajo el altar mayor de la catedral de Compostela reposa el cuerpo venerado de Santiago en una urna de mármol para honrarlo con todos los honores que merece por su santidad.

En el siglo XIII el arzobispo Diego Gelmírez hizo que se cerrara el paso al edículo y que este altar se situara sobre él, de manera que el abierto y antiguo espacio del sepulcro fue convertido en cripta inaccesible.

Después de cerrarse el edículo no se sabe dónde fueron depositados los restos del apóstol y sus discípulos. Hasta ahora no hay noticias precisas al respecto y es probable que hayan permanecido en el mismo sitio o hayan sido guardados en alguna urna pequeña en otro punto del templo.

De lo único que puede tenerse certeza es que el espacio sepulcral quedó desplazado y en particular en el siglo XVI, cuando el altar mayor fue ampliado. Y es que casi nadie parecía percatarse del inmenso valor simbólico de ese pequeño lugar, en vista de que se encontraba prácticamente tapado con todo tipo de restos y reducido casi a nada.

En el siglo XVII el canónigo Vega Verdugo presentó  sin éxito un proyecto para que fuese abierta nuevamente. Sin duda una historia un tanto desgraciada para quien ha merecido con el paso de los siglos el crecimiento de su veneración.

La cripta en la actualidad

El cardenal Payá y Rico promovió, a partir de los años 1878 y 1879, unas excavaciones arqueológicas propiamente dentro de la Catedral que dieron como resultado el supuesto redescubrimiento, muy cerca del Altar Mayor, de los restos del Apóstol Santiago, aunque no exactamente en el edículo.

Fue detrás del Altar Mayor donde aparecieron, y el cardenal y sus colaboradores decidieron que ese recinto original debía ser donde fuesen acogidos los restos apostólicos.

Fue necesaria una paciente y minuciosa labor para desescombrar y cavar en la roca cercana a lo que había sobrevivido del edículo para poder darle forma. Esa labor duró varios años y con la ayuda de colectas entre los fieles por fin en 1886 pudo colocarse la urna con las reliquias en un lugar apropiado para la honra eterna que Santiago merece.

Pero las obras fueron culminadas definitivamente 1891 y abiertas al público. Y tal como se le conoce ahora, muestra las formas decorativas que son imitación de ciertas criptas del siglo IX y ejecutadas por Constela, un artista local.

Puede asegurarse que la gran obra que representó su construcción, por su profundo significado, es de por sí la máxima alegoría del renacimiento y auge de las peregrinaciones por el Camino de Santiago.