Parte de la magia y del encanto del Camino de Santiago es ir conociendo las leyendas, los mitos y las historias. Estas parecen surgir en cada rincón, ya que se han ido fraguando con el paso del tiempo.
Muchos de estos mitos del Camino de Santiago quizá tengan un origen real, que ha ido cambiando debido a la transmisión oral en la que cada narrador ha ido añadiendo detalles. Otros cuentos tratan de explicar algún misterio o circunstancia relacionados con el camino.
Estas leyendas del Camino de Santiago te ayudarán a sumergirte aún más en esta experiencia y a participar en el folklore y la tradición de toda la zona.
Tabla de contenidos
- 1 La leyenda de Fuente Reniega
- 2 La leyenda del Caballero de las Conchas
- 3 La leyenda de San Virila
- 4 La leyenda de los pastores de Estella
- 5 El milagro del gallo y la gallina
- 6 La leyenda del Poyo de Roldán
- 7 La leyenda de Obanos
- 8 La leyenda del txori (pájaro)
- 9 El milagro de O Cebreiro
- 10 El asno del Apóstol
- 11 El peregrino fantasma
- 12 La reina Lupa, los bueyes que no eran bueyes y el dragón
La leyenda de Fuente Reniega
Esta leyenda comienza en el momento en el que el diablo, transformado en un apuesto joven, se presenta ante un caminante sediento que ascendía por una cuesta bajo el calor del sol.
El demonio le dijo que podría apaciguar su sed si renunciaba a Dios, pero el peregrino se negó en rotundo. Insistió diciendo que renunciara entonces a la Virgen María, pero aún así el caminante siguió prefiriendo pasar sed.
Por último, el demonio le pidió que renunciara al Apóstol Santiago y el peregrino volvió a negarse. El diablo, incapaz de enfrentarse a la fe del peregrino, desapareció en una nube de azufre de la que surgió la Fuente Reniega en la que el joven pudo saciar su sed.
La leyenda del Caballero de las Conchas

La historia empieza cuando Teodoro y Atanasio, los discípulos del Apóstol Santiago, llegaban a las costas gallegas en una balsa en la que transportaban los restos del apóstol para enterrarlos.
En ese momento se celebraba una boda en la playa en la que jugaban a abofardarse, tradición que consistía en arrojar una lanza lo más lejos posible y recogerla al galope. Uno de los chicos persiguió la lanza hasta acabar siendo tragado por el mar.
Cuando pensaban que había muerto, la balsa con los discípulos y los restos del Apóstol Santiago se acercó a la orilla. Entonces el joven emergió sano y salvo con el cuerpo cubierto de conchas.
En recuerdo de este milagro, se decidió que todo aquel que peregrinara hasta Santiago debía portar una concha como símbolo de su devoción.
La leyenda de San Virila
San Virila era un abad a quien le preocupaba la idea de la eternidad. Un día se fue a pasear al campo, hasta que se sentó bajo un árbol. Allí permaneció mucho tiempo escuchando el canto de un ruiseñor antes de regresar al monasterio.
Cuando llegó se cercioró de que no solo no reconocía el rostro de ninguno de sus hermanos, sino de que éstos tampoco le reconocían a él. San Virila habló con el Prior y le contó lo que ocurría y ambos investigaron en la biblioteca del monasterio.
Allí descubrieron que hacía trescientos años un monje llamado San Virila había sido devorado por las fieras. Entonces San Virila descubrió que Dios había escuchado sus plegarias para comprender el misterio de la eternidad.
La leyenda de los pastores de Estella

Una noche, unos pastores vieron que varias estrellas caían sobre la cima del monte. Al acercarse comprobaron que había una cueva. Y dentro de ella una efigie de la Virgen María.
Avisaron tanto al párroco como a las gentes del pueblo para luego decidir que la escultura sería llevada a la iglesia del pueblo.
Sin embargo, nadie pudo moverla de su sitio, así que se construyó el santuario alrededor: la actual basílica de Puy. Más tarde el rey Sancho Ramírez fundó la localidad de Estella para protegerla.
El milagro del gallo y la gallina
La hija de unos posaderos se enamoró de un joven peregrino que no correspondía su amor. Despechada, antes de que se marchara, introdujo una copa de plata en su zurrón para poder acusarlo de robo ante las autoridades. Estas condenaron al peregrino a la horca.
Los padres rezaron ante el Apóstol Santiago para que intercediera, pero el chico fue ahorcado. Cuando se acercaron al cuerpo, comprobaron que estaba vivo y fueron a decírselo al regidor. Este se burló afirmando que su hijo estaba tan vivo como el gallo y la gallina que se estaba comiendo en ese momento.
Entonces las dos aves revivieron para luego caminar y cacarear sobre la mesa, para sorpresa de todos los testigos.
La leyenda del Poyo de Roldán
Se dice que en el Castillo de Nájera vivía un gigante descendiente de Goliat que venció a los mejores caballeros excepto a Roldán, quien lo derribó arrojándole una piedra desde lejos. Desde ese momento el cerro adquirió el nombre de Poyo de Roldán.
La leyenda de Obanos
Una princesa aquitana, que había peregrinado a Santiago, decidió no regresar para dedicar su vida a los demás. Su hermano, al enterarse, fue a buscarla para llevarla a casa. Cuando ella se negó, el hermano la apuñaló.
Arrepentido, el hermano confesó su pecado en Roma y fue condenado a peregrinar a Santiago. A su vuelta tomó la misma decisión que su hermana y se quedó en Obanos como penitente junto a una ermita que hoy lleva su nombre, ermita de San Guillermo.
La leyenda del txori (pájaro)

Esta leyenda también está relacionada con la Basílica de Nuestra Señora de Puy, mencionada con anterioridad.
A comienzos del siglo XIX aparecía, de vez en cuando, un pájaro que se acercaba a la imagen de la Virgen. Este ave la limpiaba con sus alas y con agua que traía del río.
Con el paso del tiempo, se consideraron las visitas del pájaro como un signo de buenos augurios. Incluso se celebraban fiestas en su honor. Se siguió avistando este pájaro hasta que se destruyó la torre en la que se encontraba la Virgen.
El milagro de O Cebreiro
Esta historia nos habla de un hombre que siempre acudía a la misa que se celebraba en O Cebreiro, hiciera el tiempo que hiciera.
Un día que caía una enorme nevada, se esforzó de la misma forma en subir a la iglesia. Cuando llegó vio que el cura había empezado la misa, porque no pensaba que acudiría nadie por la nieve.
El cura, lejos de valorar el esfuerzo del hombre, le despreció pensando que hacía aquello tan solo por comer pan y beber vino. En ese instante el pan se convirtió en carne y el vino en sangre. El cura, impresionado, cayó muerto ante el hombre.
El asno del Apóstol
Una familia de peregrinos franceses llegó a un hostal en Navarra para descansar en su camino hacia Santiago de Compostela.
Por desgracia la madre enfermó y, aunque esperaron su recuperación, acabó falleciendo. El francés decidió continuar su viaje en compañía de sus dos hijos pequeños.
Cuando iban a marcharse el dueño del hostal le exigió una gran cantidad de dinero, debido al tiempo que habían permanecido allí esperando la recuperación de la madre. El peregrino, al no tener esa cantidad, le dejó su asno como compensación.
De camino se encontró con un anciano, que le entregó un asno para que pudieran hacer el viaje con más comodidad. Una vez en Santiago de Compostela el peregrino tuvo una visión del Apóstol Santiago, en la que reconoció el rostro de aquel anciano.
Cuando regresaba a Francia junto a sus hijos, pasó de nuevo por el hostal de Pamplona. Descubrió que el dueño había muerto debido a un accidente, algo que la gente atribuyó a un castigo por su avaricia y falta de humanidad.
El peregrino fantasma
El fantasma del peregrino que se aparece en la Catedral de Santiago tiene varias identidades, según la versión. Una de ellas es la de un monje, que le propuso a la monja de la que estaba enamorado escapar juntos disfrazados de peregrinos.
En la noche señalada ella no apareció y desde entonces él sigue acudiendo noche tras noche esperándola.
La segunda identidad es la de un noble francés que, tras asesinar a su padre, fue condenado a peregrinar a Santiago. Sin embargo, de camino hasta allí mató a dos personas más. Al llegar a la ciudad no encontró alojamiento así que durmió junto al muro de la catedral.
Su padre se le apareció perdonándole por su asesinato, pero le condenó a permanecer siempre junto a ese muro hasta que se le aparecieran las almas de los otros asesinados y le perdonaran.
La reina Lupa, los bueyes que no eran bueyes y el dragón
Atanasio y Teodoro, los discípulos del Apóstol Santiago, llegaron a Iria Flavia con los restos de su maestro y le pidieron a la reina pagana Lupa que les ayudara.
Ella les dio un carro y les dijo que fueran en busca de unos bueyes, que en realidad eran toros salvajes. Atanasio y Teodoro rezaron hasta que los toros se amansaron y tiraron del carro.
La reina les mandó entonces a unas tierras en las que había un dragón, que los discípulos mataron gracias a sus rezos. Entonces la reina decidió convertirse al cristianismo e incluso ofreció su palacio como lugar de descanso del Apóstol Santiago, pero los discípulos lo rechazaron.